sábado, 24 de octubre de 2009

Mi Trompo

Relato
Como aquella historia de José Diez Canseco. Aunque yo no sea como "Chupitos", aquel morenito, medio zalamero. Lo mio es más humano y son de esas cosas que quedan en el recuerdo. En quinto Grado, allá por 1986, me compre un trompo, con unas monedas que le pedí a mí viejo.
-Papá, dame plata para un trompo- dije yo.
-Toma, pero que te dure el trompo- termino él.

Trompo nuevo, un metro y medio de huaraca (cordelillo), ya solo me quedaba pulirlo y darle belleza, con una lija, y un poco de pintura y barniz, ya estaría, de adorno un chinche dorado en la cabeza, para que brille cuando gire. He sido toda mi vida muy malo para darle a aquel escupitajo, para definir los puestos, siempre quedaba entre los últimospero se salvaba muchas veces de los quiñes, y de la temida: "cocina" donde con unos piedras grandes te lo dejaban añicos. Se puso muy de moda en el colegio jugar, allí siempre todos los recreos, era muy bueno en llevar hacia la "cocina" los trompos rivales. Ya llevaba conmigo mucho tiempo mi preciado trompo, y empiezas a agarrarle cariño, a veces no jugaba, tenia miedo perderlo, siempre le daba brillo.

No sé como, pero me anime a jugar contra los de sexto, ellos te mataban el trompo, yo solo me atrevía a los duros "chilotes", ya el dolor pasaría. Estaban allí ellos dando el lugar donde iría la"cocina". Escupitajo en el centro, y todos a ver quien quedaba primero. Y allí fue donde decidí dar el paso y vencer el miedo.
-Yo también juego- les dije retante.
-Pues venga- respondieron.
-¡Ah! eso sí, es "cocina" y reventado a pedradas- gritaron.
-¡No tengo miedo!- exclame yo.

Quede entre los últimos pero no importaba, mi trompo, nunca me fallaba. El que se "chanto" tiro su trompo, lo más lejos que pudo. Y empezó el juego. Eramos como doce, solo  yo era de quinto, ellos eran compañeros de mi hermano. Conocía a todos, el juego iba y venia, el trompo iba directo a la temida "cocina", pero el destino me tenia algo preparado, faltando unos dos metros, pensé en no tirar mi trompo, y esperar que que otros metan el trompo a la "cocina", ya lo romperían, y yo le daría un severo golpe. Ya estaba cerca. Se veía la cara de felicidad de todos y de tristeza del perdedor. Pero alguien me dijo:
-Oh! tira pe' no te hagas el loco-
-Ya, ya- respondí; un poco confuso
Tiro mi trompo, y se fue dando vueltas, sin rozar aquel trompo que sería el apedrado. Ya no sería ese trompo, el mío era el elegido. -Maldita suerte- murmure con una rabia. -Ja ja ja- unisono de todos, era mi suerte.

Mi trompo yacía en la "cocina", ya no quería ver. A un lado hicieron añicos mi amado trompo, el que me hacia sentir un ganador. Ya estaba, sentencie. Aquel chinche dorado, me quedo de recuerdo, ya que dos de ellos, llegaron hacia a mí a hacerme "cachita" (burla), mientras me iba a mi salón con mis compañeros.
-Ta' que piña eres Danny- me animaban.