
Una de las anécdotas que más tengo en la mente, es aquella cuando en una mañana de formación, era dirigida, por el profesor Guillermo, y de un momento a otro se desplomo; fue un desmayo, creo que no había tomado desayuno, eso decían.También estaba el profesor Emilio, luego fue director, en formaciones era muy recto, tal vez lo recuerden, era ya canoso y tenia bigotes también blancos. La profesora Olga, cuando llevaba la formación, y más aún en primavera, siempre nos hacía cantar aquella melodía, que decía: De colores...de colores.
Por aquellas veredas del lado de las aulas, colocábamos unas piedras redondas y é improvisamos patines, un encima de la piedra y atrás otro que hacía de motor. Como rayábamos la vereda. Aquel salón donde repartían la leche. Para mí eso era un suplicio, es que nos obligaban a tomarla, pero yo no la tomaba, me parecía horrible; con el perdón a aquellos que la preparaban, la dejaba por allí, a veces me arrepiento, a veces creo que por eso no soy tan alto, apenas llego al 1.70, si la hubiera tomado, otro seria el cantar.
En la escalera, nos tirábamos como tobogán, reventábamos los pantalones, pobres nuestras madres, tenían trabajo con nosotros y también organizábamos nuestros partiditos de fulbito. En fin es que aquí, conocí a mis mejores amigos.